lunes, 28 de enero de 2008

Carnaval carnaval...

El pasado 17 de enero adquirí la nacionalidad Ceylandesa (puedes verlo en la entrada del blog titulada “De identidades y nacionalidades” de ese mismo día), pero mi patria, mi patria es el carnaval, Tolosarra para más señas. No he conocido los carnavales de Río, Tenerife o Cádiz, por citar algunos de los más famosos, y no digo que el de Tolosa sea mejor, pero es el que acelera mi corazón, hace brillar mis ojos, y provoca el que brote una sonrisa plácida en mis labios.
Disfrazarse es convertirse en otro, y realmente Tolosa, y sus gentes, la semana del carnaval sufren una metamorfosis, como la oruga que se transforma en mariposa. Semanas, meses antes, las sociedades y cuadrillas comienzan a pergeñar su disfraz, carroza o comparsa, en las que prima la imaginación por encima de la inversión. Cuando el arranque del carnaval es inminente, todas las tiendas, calles y balcones se engalanan con telas de estampados imposibles, a cada cual más alegre. Y llega el jueves gordo, las charangas empiezan su ir y venir festivo que dura hasta el martes, son como el flautista de Hamelín, es imposible no coger del hombro a quien tienes al lado y dejarte arrastrar por su ritmo saltarín. Sin charangas, el carnaval de Tolosa no sería lo que es.
Y es que ése es el secreto del carnaval Tolosarra: No hablo de las charangas propiamente dichas, sino de las gentes que sin tener prácticamente ninguna noción de música, se animan a coger un saxofón pongamos por caso, y se aprenden el repertorio carnavalero para participar de esa manera en la fiesta, o los que preparan con mimo esa carroza, robándole algo de tiempo a la familia o incluso al trabajo si es necesario, los Tolosarras en definitiva, que llevan el carnaval en el corazón y quieren compartirlo con todo el mundo. Una fiesta participativa, ni más ni menos. Más allá de esos 2 o 3 personajes mediáticos que preparan algo muy espectacular y que acaparan la mayor parte de las fotografías y comentarios, el carnaval lo hacen todas y cada una de las personas que se disfrazan, que quieren pasárselo bien, porque esos días todos somos amigos, con cualquiera puedes hablar o acabar uniéndote a su grupo, ese es el espíritu de la fiesta. De hecho, aquellos que vienen de visita a Tolosa el domingo, lunes y martes de carnaval, deberían de saber que, si no vienen disfrazados, están quitándole algo de su brillo a esa fiesta, a la que se viene a ver, pero también se debería de venir a participar, por lo tanto, disfrazados.
Vale, es invierno, hace frío, a menudo llueve, a veces incluso nieva. ¿Y que? En Notting hill lo celebran en verano, pero más allá de que el carnaval se realice en invierno desde tiempos inmemoriales y vinculado a tradiciones precristianas, el carnaval en verano no sería lo mismo, y nos va la marcha, y ponerle al mal tiempo buena cara, y estás en casa recién despertado viendo como caen chuzos de punta, o incluso nieva, y te piensas por un instante el salir o no, pero al mismo tiempo escuchas a lo lejos una charanga, y te dices “a vivir que son 3 días de carnaval”, o “si estos salen no les puedo dejar solos”, te pones 2 trapos viejos, te pintas las mejillas, te plantas una peluca, y ahí que te vas a la calle como unas castañuelas.
Y llega el miércoles de ceniza, y el carnaval se ha acabado, y es triste ver como el gris vuelve a imponerse en las gentes, las casas, las calles, y uno piensa por un momento que sería bonito que siempre fuera carnaval, pero no, porque si siempre fuera carnaval se convertiría en rutina, quizás acabáramos celebrando 6 días grises en invierno, y precisamente la razón de vivir tan intensamente la fiesta estriba en eso, en que se va a acabar, aunque con la seguridad de que el año que viene volverá, y este año ha vuelto ¡antes que nunca!
Es difícil de explicar si no lo has vivido, por eso te animo a que lo conozcas, y lo vivas. Disfrútalo. Yo intentaré hacer lo propio. Nos vemos disfrazados.

viernes, 25 de enero de 2008

El vecino

Compartimos portal, ascensor, piso. Llevo muchos años viéndole, ni siquiera recuerdo desde cuando. No me inspira confianza. Nunca me habla, y siempre tengo la impresión de que espera a que salga de mi casa para salir él también. Incluso juraría que imita mi estilo al vestir. Estoy convencido de que revisa mi buzón; Controla mi correspondencia, mis horarios, las visitas de mis pocos amigos, incluso mi basura. De todas formas, pienso que la desconfianza es generalizada entre los vecinos, de hecho, cuando coincidimos los dos en el portal o en el ascensor con alguno de ellos, a él nunca le saludan, aunque bien es cierto que a mi lo hacen de una manera esquiva. Cuando veo su mirada reflejada en el espejo del ascensor, un escalofrío recorre mi espalda: Esos ojos se parecen a los míos, pero no soy yo. La nariz, los pómulos, el mentón, las entradas, idénticas gafas y constitución… No puedo seguir mirando, cuándo llegaremos al quinto… Cierro la puerta tras de mi. Está fuera, o ¿está dentro?


Pequeña historia de dobles identidades. Sin ser lo mismo, recomiendo el visionado de la ópera prima del cineasta Guillem Morales, El habitante incierto (2005): Llaman a la puerta, un desconocido dice tener un problema con el coche y pide usar tú teléfono. Te alejas un momento y, cuando vuelves, el desconocido no está. ¿Se ha ido o se ha escondido en tu casa?

¿Se esconde alguien más dentro de nuestra mente? Eso es lo que esconde el microrelato, y es que, en definitiva, nuestra mente es nuestra casa en su mínima expresión, ¿no?

miércoles, 23 de enero de 2008

Rompan filas


Lazare Ponticelli. 110 años. El último soldado francés superviviente de la primera guerra mundial. Eso es mucho sobrevivir. Casi más parece emperrarse en vivir. Y seguramente en no olvidar. Me gusta la historia (ahora mismo, al leer esto, probablemente mis profesores se hayan echado a reír…), pero es que la historia hay que saber enseñarla, contarla, apasionar al oyente con esos pasajes que han hecho de nosotros lo que somos. Un maestro en contar historias de la historia con pasión fue el recientemente fallecido colega Juan Antonio Cebrián, que en las noches de onda cero tenía la capacidad de contarte pongamos por caso una batalla de los godos como si de El señor de los anillos se tratara, historias que en algunos casos quedaron plasmadas en libros de moderado éxito.
Decía que me gusta la historia, y en concreto la primera guerra mundial, donde pudimos ver la cara más cruel del ser humano. Guerra de trincheras, conflicto de desgaste en el que la maquinaria de guerra se perfeccionó de manera espeluznante. No soy un estudioso ni mucho menos, pero sí que me gusta visitar escenarios vinculados a la historia, y en un viaje en solitario en el que volvía de Alemania, no pude más que pararme en la región francesa del Somme, donde se vivieron algunos de los capítulos más terribles de ese conflicto: Más de un millón de bajas entre ambos bandos. Cómo no pararte al ver campos y más campos con “cultivos” de cruces blancas, algunas de ellas con el nombre de quien yace debajo, las más con un escueto “Aquí yace un soldado inglés”, o “Aquí yace un soldado desconocido”. Centenares, miles de cruces. En cada pueblo, un monumento con los nombres de los lugareños caídos en las 2 guerras mundiales. Detenerte un tiempo en esos cementerios da que pensar, para empezar para agradecer el no haber tenido que vivir algo tan paradójicamente humano como una guerra. Tan humano como inhumano, qué cosas.
Más cerca de aquí, junto a la duna de Pyla, en Arcachón, en la carretera que lleva a Biscarrose, un pequeño letrero en una desviación reza “Cementerio de los senegaleses”. En este caso también cómo no desviarse. A un par de kilómetros, un pequeño pinar que solo se diferencia de esa idéntica inmensidad en que está vallado, y sembrado de cadáveres, y un discreto monumento que recuerda a un grupo de soldados senegaleses que dieron su vida defendiendo la metrópoli que sólo conocieron para ser enterrados en ella, en ese perdido paraje.
Lazare Ponticelli ha declarado que no quiere ningún homenaje especial cuando fallezca, “los primeros que cayeron tienen tanto derecho a honores como yo, que soy el último” ha dicho, y no le falta razón. Pero si un homenaje cuando el nos abandone, dedicado a todas esas victimas de la sinrazón humana, sirve para que reflexionemos un poco y no repitamos los mismos errores, pienso que el bueno de Lazare convendrá conmigo en que no estará de más. Salud Lazare.

Dedicado a mi padre, que espero sea el último gudari superviviente de la guerra civil española. Por muchos años.

lunes, 21 de enero de 2008

¿Qué fue antes? ¿El huevo o el hombre?


Esta es una teoría que hace ya tiempo tenía desarrollada en mi mente, y que algunos amigos han conocido verbalizada, pero nunca la había escrito, y creo que ya es hora. No tengo ansias de posteridad, pero no estaría mal pasar a la historia como el autor de la Teoría del huevo frito.
Antes de explicar esta teoría sociológica, cabe destacar que el huevo es sin duda un alimento singular: Quién no recuerda la escena de la película El corazón del ángel, en la que un Robert de Niro encarnando al mismísimo diablo se comía un huevo duro de un único bocado, simbolizando el alma de un desdichado ser humano. Tenemos también como referente histórico el huevo de Colón, los huevos de Pascua, y el ¡manda huevos! De Federico Trillo.
El huevo representa, en su simple y frágil perfección, el origen de la creación, y puestos a comer huevos, qué mejor que hacerlo fritos. Y este es el punto en el que por fin arranca la elaborada pero al mismo tiempo poco fundamentada teoría: A los seres humanos se nos puede dividir en 2 grupos desde infinidad de perspectivas; Hombres y mujeres (vale, también hay hermafroditas, pero una teoría sin excepciones no es una teoría que merezca la pena), de derechas y de izquierdas (los de centro son a los que les avergüenza definirse de derechas, no nos engañemos), de coca cola o pepsi, de tanga o braguita, hogareño o crápula… Podemos repartirnos desde infinidad de parámetros, y otro de ellos, y este especialmente revelador para conocer la mentalidad de las personas, es, si al comer un huevo frito nos comemos primero la yema, o la reservamos para el final.
Y es que en la yema esta la clave, porque en mis largos años de investigación no he conocido a nadie a quien del huevo frito, lo que le guste, sea la clara. Para la mayoría es un mal necesario, algo que no se puede evitar, y es que la perfección rayana lo absoluto, serían los huevos sin clara: Imaginaos, todo yema, una yema frita del tamaño de un platillo de taza de café, y una hogaza de pan casero para untar con fruición. Si existe el cielo los huevos fritos sin duda serán así.
A lo que iba: Los que queremos disfrutar el momento, los emprendedores, los aventureros, los que nos regimos por el carpe diem, aunque también probablemente los ansiosos, nada más plantarnos el huevo frito en el plato nos lanzamos sobre la yema con nuestro pedazo de pan, como el torero se lanza a clavar la estocada mortal sobre el desdichado morlaco. Los otros, los que reservan la yema hasta el final (yema que, por cierto, para entonces ya se ha quedado fría), ya sabéis como sois…
Reflexionad un momento al respecto, y si ahora no me creéis, esperad a que mi Teoría del huevo frito sea publicada en alguna prestigiosa revista de divulgación científica. Al tiempo. Buen provecho.

jueves, 17 de enero de 2008

De identidades y nacionalidades

Hoy me voy a adentrar en el resbaladizo terreno de las identidades y nacionalidades. Demasiada gente más preocupada por qué somos que por quienes somos, y cómo somos. Yo, vista la cainita disyuntiva en la que unos y otros nos ponen, aquello de “estás conmigo o estás contra mi”, he decidido salirme por la tangente, y aprovechando las rebajas de enero, comprarme una nacionalidad que estaba en liquidación.
En estos tiempos en los que se puja por los dominios de Internet más pegadizos, dominios que podrían ser nuestras patrias virtuales, la nuestra lógicamente sería laultimaseduccion.blogspot.com, yo quiero ir más allá, y por ello he estado consultado la oferta de nacionalidades en liquidación. En el lote viene incluida una bandera, y a veces incluso un himno. Nacionalidades abandonadas por obsoletas, por cambios geopolíticos, revoluciones… Haberlas hay de todo tipo y lugar, solo es cuestión de elegir la que te resulte más sugerente, no hay mucha demanda, y por ello no os costará haceros con aquella que os evoque buenos recuerdos, que os provoque buenas vibraciones.
Ejemplos; Checoslovaquia, Rhodesia, Birmania, Yugoslavia, Congo Belga, República democrática alemana, Persia, Prusia… Yo, tras mucho pensarlo, me he quedado con Ceylan, nacionalidad isleña, exótica, que me evoca elefantes y té, buen rollo en definitiva. Sois tod@s bienvenid@s, que los Ceylandeses y Ceylandesas somos buena gente y nos llevamos bien con todo el mundo.

CurriCUOREm

Así podríamos llamar a nuestro historial sentimental. Hay quien, como ocurre con el laboral, infla la contabilidad de sus conquistas y escarceos, pero en el caso del curricuorem, me temo que esto es contraproducente: Mayor experiencia no conlleva mayor éxito, las muescas en el cabecero de la cama no acarrearán un plácido retiro emocional.
Cuando cambiamos de trabajo, se supone que nuestra experiencia nos beneficia, pero ¿hasta que punto nuestro curricuorem pasado garantiza que en nuestro nuevo puesto de complicidad sentimental vayamos a encontrar la estabilidad necesaria? ¿Esa experiencia acumulada es efectiva/afectiva?
Vivimos tiempos de precariedad laboral, contratos basura -cuando los hay-, ya que cada vez los empresarios apuestan más por "invitarte" a que engroses la lista de trabajadores en régimen autónomo. Los tiempo cambian: Antes un trabajo, y una relación, eran "fijos", para toda la vida. Ahora, como mucho, pueden ser indefinidos: Hasta que la muerte o la jubilación nos separe, o hasta pasado mañana.
La vida se nos escapa, los sentimientos intentan afianzar sus patitas en nuestros corazones, pero la inmediatez lo contagia todo.

AaMhOoRra

lunes, 14 de enero de 2008

El tren olvidado


Estación de Canfranc. Camino a ninguna parte. Tantas historias. Tantas vivencias. Tantos recuerdos. En vía muerta.

jueves, 10 de enero de 2008

¿Qué hay más allá de la pasión?

Expiación: Acción y efecto de expiar. Expiar: Borrar las culpas, purificarse de ellas por medio de algún sacrificio.

Expiación, la novela superventas de Ian McEwan que ha llevado a la gran pantalla Joe Wright bajo idéntico título, aunque los distribuidores españoles han decidido rizar el rizo incorporando “Más allá de la pasión” al título. La realidad y la imaginación. Lo que vemos y lo que queremos ver. Expiación es un juego de espejos, por momentos desconcertante: Parece una película romántica victoriana, pero no lo es, al menos no como nos tiene acostumbrados la cinematografía británica. Podría parecer una película bélica, pero tampoco vemos ninguna escena de guerra propiamente dicha. Podría ser un melodrama, pero el juego de espejos en el que nos sume el director hace que no acabemos de dejarnos llevar por la historia. Una película es una ficción, basada en otra ficción literaria, que cuenta algo que podemos tomar por cierto, o no, según cual sea el punto de vista que adoptemos. ¿Puede ser el nuestro el de esa adolescente que, por amor, destruye ese sentimiento? La banda sonora, que encuentra en el sonido de una máquina de escribir tecleando una musicalidad que ayuda a seguir viviendo dentro de la ficción, como hace esa adolescente, incapaz de afrontar las consecuencias de su acto, nos mantiene constantemente en guardia, en una historia que hasta su desenlace no acaba de cobrar sentido. A veces las historias son como nosotros necesitamos contarlas, no como han sido. Que ¿Qué hay más allá de la pasión? ¿Será la obsesión?

miércoles, 9 de enero de 2008

Enema emocional

Últimamente en la tele proliferan los anuncios de medicamentos, cada uno con su aplicador, que combaten no sé yo con que grado de eficacia, ya que por suerte no he necesitado comprobarlo, el estreñimiento. Ocasional, dicen, aunque me temo que cuando una persona decide meterse eso por ahí, la inactividad rectal habrá adquirido tintes dramáticos. En los anuncios en cuestión las protagonistas siempre son mujeres, y es que parece que este problema es más habitual en las féminas.
Generalizando, podríamos decir que el estreñimiento físico tiene género femenino, y el mental, o emocional, masculino. Y es que quería hilar esta reflexión bajovientrina, por lo del estreñimiento, y por lo de la tele, con una gestión que realizó Susana ayer. Resulta que mi compañera parece no habernos dado todavía por un caso perdido, y al encontrarse con una información en torno a un curso titulado Ser hombre hoy, esta despertó su curiosidad. Susana llamó a LA responsable del curso, y está le contó que sólo se habían apuntado 2 hombres, por ello decidieron reconducir el tema para ver si despertaba nuestro interés, y volvieron a presentar el curso bajo el nombre de Los hombres y sus sentimientos, y con esa denominación, no se apuntó nadie.
Sintomático. Las mujeres necesitarán en mayor medida esos productos que anuncian en la tele, pero lo que necesitamos nosotros, eso, eso no se vende.
Me lo dedico a mi mismo, y a quien piense que no me vendría nada mal un enema emocional.

jueves, 3 de enero de 2008

Tic... Tac... Toc...


Me gustan los relojes. Grandes. Relojes. Me han regalado un gran reloj. Desde las alturas domina majestuoso la sala de estar. Estamos, y somos. El tiempo a veces corre, a veces camina. Me tranquiliza el que marquen orgullosos su rutinaria cadencia. Los relojes pequeños hacen tic, el mío hace toc... Toc... Toc... Se oye, y sin gran esfuerzo, se puede escuchar. Ser consciente de que el tiempo camina, vuela bajo, sobre nuestras cabezas. Los relojes de arena representan de manera fidedigna nuestra finita existencia, la arena se escapa entre nuestros dedos, como la vida. El progreso marginó a los relojes a cuerda, los de pila se parecen más a nosotros, tienen fecha de caducidad, pero los que se imponen son los que nos vampirizan, los que aprovechan el movimiento de la muñeca para conseguir la energía que necesitan. De todas formas, en esta sociedad sedentaria en la que vivimos, ¿Será suficiente esa energía para que el tiempo no se detenga? Es más, ¿Bastará que agitemos nuestras muñecas para que el mundo avance? Si nos atenemos al tópico de la actividad sexual de los vascos, podríamos llegar a la conclusión de que las muñecas vascas son muy activas... No se yo si el tiempo pasará más rápido aquí, pero nuestro pequeño y endogámico país no parece avanzar a marchas forzadas... Ciudadanos, démonos cuerda.