domingo, 30 de noviembre de 2008
lunes, 24 de noviembre de 2008
sábado, 22 de noviembre de 2008
Juegos de infancia
El recreo avanzaba inexorable, y en un momento dado, Aitor y yo nos inventamos un juego. Nos escondimos tras el montículo, e intercambiamos toda nuestra ropa, de arriba abajo. Al llegar a clase, no se muy bien cómo la profesora se dio cuenta del cambio, y nos volvió a poner a cada uno nuestra ropa. Pero, ¿y si nos cambiamos algo más que la ropa? ¿Si realmente nos cambiamos hasta las identidades? ¿O si nos cambiamos las identidades y no la ropa? Quizás yo ahora sea Aitor, haya vivido su vida, y él la mía. Hasta ahora.
Recordé esta historia de mi infancia al ver en el festival de cine de San Sebastián El niño con el pijama de rayas. ¿Pero es un recuerdo mío, o de Aitor?
miércoles, 19 de noviembre de 2008
2 Españas, 2 iglesias, una mirada: La Vasca
lunes, 17 de noviembre de 2008
El libro de las caras
Da juego esto de Facebook, de todas formas por ahora me tira más el blog, pero aunque una cosa no quita a la otra, el tiempo, al menos en mi caso y supongo que también en el vuestro, no es algo relativo, se escapa entre los dedos que teclean parsimoniosamente este teclado que tengo delante… Voy a ver si tengo nuevos amigos en Facebook.
miércoles, 12 de noviembre de 2008
Play music
martes, 11 de noviembre de 2008
En un lugar de la mancha
sábado, 8 de noviembre de 2008
Black power... Better black hope
Tenemos nuevo presidente mundial, y más allá del tono de su piel, espero que vengan nuevos tiempos, y podamos ver todo de color de... bueno, que las cosas mejoren, sean del color que sean.
miércoles, 5 de noviembre de 2008
LA DIFERENCIA
Te quedas mirándoles, sin atreverte a acercarte a ellos. Son como tú, pero tan diferentes… tu después volverás a casa. Ellos no. A ti alguien te espera, a ellos sólo les aguarda la calle y el frío. Te sientes una intrusa sentándote a su lado. Una extraña que intenta ser amable con ellos. ¿Realmente sientes empatía hacía ellos? o ¿están demasiado lejos para llegar a su lado?. Te dices a ti misma que estás allí para algo. Y dejas de charlar con los que sí que tienen un hogar y te pones a su lado, aunque al principio sólo sea físicamente. Y comienzas con trivialidades para pasar, si te dejan, a su vida, a sus porqués, a sus cuándo, a sus razones… y entonces, por unos momentos te olvidas de dónde estás. De repente, te encuentras en un bar riéndote con unos amigos sobre las ocurrencias del hombre con acento tejano. Un poco antes has buscado las siete diferencias en el pasatiempos del periódico con el chico marroquí que se irá pronto a Almería a recoger aceitunas. Y también has preguntado por preguntar al argelino de qué equipo de fútbol es. La respuesta ha llegado con una indiferencia educada: “Yo primero tengo que arreglar mi situación personal, esas cosas no me importan”. Ahí es cuando te has chocado de bruces con su realidad y esa sí que es diferente.