miércoles, 6 de mayo de 2009

miércoles, 8 de abril de 2009

¿Donde está mi mente?

Cuando demuelen un edificio, las ratas consiguen salir indemnes de los escombros. En el caso de los humanos, las ratas con corbata también abandonan los edificios de la city antes de que se hundan.

http://www.youtube.com/watch?v=4zP1IjgSO_E

jueves, 5 de febrero de 2009

¿Qué tal?

Era la coletilla con la que iniciábamos una conversación: “¡Hola! ¿Qué tal?”. Lo hacíamos de manera inconsciente, cuando nos encontrábamos con algún conocido, o nos llamaban por teléfono, sin esperar con ello que el interpelado nos contara sus cuitas. Era una fórmula ampliamente extendida y aceptada, una pregunta que se quedaba sin respuesta, o como mucho otra coletilla carente de contenido, “bien”, cerraba lo que sería el inicio formal de una conversación. Porque si al que preguntaba no le interesaba especialmente saber cómo estabas, la respuesta tampoco tenía porque ajustarse a la realidad: Decíamos bien aunque nos picara la almorrana.
Pero eso se acabó. No hablo de la almorrana: Esa es una cuestión más peliaguda y en la que cualquiera que las haya padecido, incluso en silencio, convendrá conmigo en que en pleno siglo XXI, y con lo que supuestamente ha avanzado la medicina, suena casi a conspiración judeomasónica el que no hayan encontrado un remedio eficaz que evite tamaño martirio.
Pero a lo que iba, que como de costumbre he vuelto a alejarme de la idea sobre la que gira esta entrada. Ya no se puede preguntar “¿qué tal?”. Porque ya no se puede contestar “bien”. Es imposible. Nuestra frágil burbuja de ambiciones pequeñoburguesas ha hecho ¡plof! Y como sociedad, nos hemos quedado con cara de tontos. La culpa es de los economistas, sí. Y de los banqueros, por supuesto. Y los políticos tampoco se van a librar de su responsabilidad. Pero la culpa, también es nuestra. De esta sociedad que ha vivido a todo tren. Préstamo sobre préstamo: Para el monovolumen, las vacaciones, la cacharrería tecnológica de la que nos hemos hecho dependientes, que parece que no se puede ir por la vida sin móvil de última generación, pc, portátil, ipod, wii, psp, navegador, o el último gadget con el que nos bombardeen publicitariamente. Y qué decir de la hipoteca para esa casa que a poder ser tiene que ser adosada con jardín, 2 plazas de garaje y piscina comunitaria. Esto tenía que reventar por algún lado. Tanta gente no podía vivir tan bien. El planeta lleva tiempo diciendo que no da más de sí. Que todos los residuos tecnológicos altamente contaminantes del primer mundo están envenenando el tercer mundo.
No se puede preguntar “¿qué tal?”, porque si no es en primera persona, todos tenemos a alguien cerca que tiene la soga al cuello. Porque le han despedido. Porque trabaja menos horas. Porque trabaja sin cobrar. Porque no puede afrontar la hipoteca. Porque no consigue vender el piso habiéndose metido ya en la hipoteca de otro.
Estamos jodidos. Pero no nos engañemos, es culpa de todos como sociedad. Algunos tienen más responsabilidad que otros, pero de que le sirve saber eso a quien no llega a mediados de mes. Sólo espero que esta situación sirva para que nos replanteemos nuestras prioridades. Para que maduremos como sociedad. Y que la lección no sea demasiado traumática.

lunes, 19 de enero de 2009

Cerrado por defunción... De programa

Ya estoy dándole vueltas a lo que me va a tocar hacer a partir del miércoles, Atsaldepasa, de 17:00 a 20:00 horas, con mucha más música, algunos de los colaboradores de La última seducción, y algo más que tendremos que contar para llenar 3 horas... Va a ser una carrera de fondo, pero antes de ponerme a ello, quería recordar a los compañeros que he tenido en La última seducción, que en 4 temporadas y media han sido unos cuantos. Por ello, voy a empezar recordando a los que han formado la guardia pretoriana, y en una siguiente entrada trataré de acordarme de todos los colaboradores.
-Sergio Errasti: Fue quien dejó las letrinas más limpias. Su sensibilidad afín hizo que la complicidad surgiera de inmediato. Ha sido la "chica Martija" menos chica, pero han sido otras virtudes las que han brillado en su aportación: Nadie como el para sacar una entrevista de 20 minutos de donde parecía que no había nada. Queda en mi memoria para siempre su entrevista a Forges.
-Vanessa Rodríguez: El primer contrapunto femenino, y es que he de reconocer que un servidor no puede seducir a todo el espectro de audiencia. Le habilitamos su Desván, y supo enriquecer el programa con su visión. Ahora triunfa en Teledonosti, y en casa de sus padres nunca me faltará un plato de comida caliente, y no mucha gente puede esperar eso de un compañero. Cómo olvidar la entrevista de la elefanta Petita.
-Maider Gorostegi: Otra "chica Martija" que tras su paso por La última seducción ha saltado al estrellato en Gaztea! y ETB3, y ahora de vez en cuando coincidimos doblando alguna peli. Llegó tras Sergio, y le costó hacerse al formato de grandes, digoo laargas entrevistas, pero la chica se esforzó, e hizo que la presencia del Euskera aumentara en el programa, enriqueciéndolo desde esa perspectiva.
-Arantxi Padilla: Como todos, acabó en La última seducción de rebote, pero pienso que nadie se tomó como un castigo pasar a las noches, ya sabéis que de noche todos los gatos son pardos, y pienso que, dentro de una línea que tenía el programa, tenían libertad para hablar de cosas muy variadas. Dentro de que no estuvo mucho tiempo, Arantxi ahondó en esa presencia del Euskera. Ahora podemos verla en los informativos de ETB.
-Susana Pinto: La última seducción volvió a las tardes, y con Susana como segunda de abordo, tras haber compartido con ella El malecón del verano de 2007 y haber visto la dirección que nos complementábamos bien. Ha sido ella la que más ha tenido que padecer mi manera de ver la radio, porque ella ha sido la que más tiempo me ha tenido que aguantar, pero su capacidad de trabajo y preparación de las entrevistas hacía que yo siempre estuviera tranquilo sabiendo que si me dejaba algún fleco en una entrevista, ella sabría recortarlo.
-Nerea Aguado: Se ha acabado La última seducción, pero me he quedado con lo mejor que me ha pasado en el programa, Nerea Aguado. Para mi lo es todo, para los oyentes, el entusiasmo, la energía, la capacidad de sobreponerse a la adversidad y emperrarse en alegrarnos el día sí o sí. Ahora espero que me siga alegrando los días por muchos años, y que vuelva a hacer radio, porque esa pasión por este medio no se puede perder.
Cuantos recuerdos, qué pena. Pero hay que continuar, Atsaldepasa. Próximamente, los colaboradores de La última seducción.

viernes, 16 de enero de 2009

La última seducción no se acaba

Acabamos de terminar la edición número 892 de La última seducción. Y esta sí que es la última. Pero si la versión radiofónica ha realizado el canto del cisne, no va a ocurrir lo propio con la blogera: Aquí seguiremos, contándoos esas cosas que nos asaltan en el momento más insospechado y dan pie a desbarrar un rato sobre el teclado del ordenador. Nos vamos al Mescal. Hemos quedado para atravesar el espejo como Alicia, y juntarnos con todos aquellos que sientan como propio el programa. Seguimos leyéndonos.

miércoles, 7 de enero de 2009

Perdona, ¿tienes sal? ¿Y saldo?

El otro día decidí que quería saber quienes eran mis vecinos… de móvil. Es decir, quienes eran los poseedores del número inmediatamente anterior y posterior al mío. Bien es cierto que ya no se tiene tanta relación con los vecinos telefónicos como antaño, cuando no existían los móviles, y marcábamos los números haciendo girar la ruedecilla. Aquella ruedecilla era como una ruleta, que podía caer en el número elegido, o en alguna “aproximación”, como la lotería. Y la cosa tenía su “técnica”: Hace unos días me enfrentaba a uno de esos teléfonos antiguos, y llevaba su tiempo el marcar un número de 9 cifras (aunque hasta hace no tanto tiempo sólo marcábamos 6), algo que hacíamos inconscientemente cuando solo teníamos ese modelo de teléfono, era como si hubiera perdido esa habilidad, como si hubiera olvidado andar en bicicleta.
Es curioso hasta que punto nuestra identidad está formada por una serie de números: El DNI, la cuenta corriente, el número de la seguridad social, la clave de las tarjetas, el teléfono fijo, el móvil… Y cuando nos cambian una de esas cifras mágicas, puede cambiar también nuestra vida. En casa de mis padres nos cambiaron el número de teléfono y nos dieron el que tenía antes Kaxiano, y a menudo llamaban preguntando por él: Por que no me gusta la trikitixa, que si no era como para aprender a tocarla y suplantarle en esas romerías en las que querían contar con él.
A lo que iba, que parece que tuviera tarifa plana y me estoy enrollando… Si a un vecino de descansillo le podemos pedir sal, ¿qué se le puede pedir a un vecino de móvil? ¿Qué nos puede unir? He dicho que el otro día decidí que quería saber quienes eran esos vecinos, pero no he dado el paso de llamarles: ¿Qué les digo?
-Hola, mira, ¿te pillo bien? Resulta que mi número es el 658… y nada, que como somos vecinos de número, pensaba yo que estaría bien saber algo de ti, por si un día me llaman preguntando por ti y claro, es de mala educa… ¿Hola? ¿Estás ahí?
Si ya casi ni nos saludamos con los vecinos de descansillo, ¿qué podemos esperar de los de teléfono? Sal desde luego no.