miércoles, 19 de diciembre de 2007

La partida perdida

Ya están aquí. Varias veces al año te toca ir en busca de ellos por diferentes motivos, pero ahora vienen ellos a por ti. En la calle, en casa, en el trabajo… están por todas partes. Y todos quieren atraparte. Para ello, algunos emplean técnicas sofisticadas, sutiles, llenas de simbolismo y belleza… Otros, en cambio, prefieren utilizar las básicas o las vulgares a la par que efectivas (y no elegantes). Porque con lo simple siempre se consiguen más víctimas. Una vez ideada la trampa, la colocan en lugares estratégicos.

Pero tu eres más inteligente que todo eso y te ríes de sus estrategias. A ellos les da igual, no bajan la guardia. La primera semana consigues ser inmune a sus encantos y no caes en la tentación. Te muestras indiferente. Tu ganas. Ellos pierden. Pero no se rinden. Y siguen acechándote, esperándote, porque confían en sus fuerzas y saben que tarde o temprano flaquearás y te arrastrarán hacia ellos. La segunda semana te provocan cierta curiosidad. Y te fijas en ellos. En este punto, perdiste la partida. Y poco a poco sin darte cuenta, les prestas atención. Y comienzas a pensar en ellos. Más tiempo del que te gustaría. Quieres evitarlos, pero a estas alturas los necesitas. Los deseas. Para ti y para los que quieres. Y te rindes. Y te dejas llevar. Y un año más caes en el agujero de “Alicia y sus maravillas”.

Y oyes voces a tu alrededor y ves caras sonrientes. Y ahí están ellos, en fila, observándote, sabiéndose ganadores. Pero en un momento de lucidez y aprovechando que una cara sonriente te da la espalda, huyes de allí. Y pasan los días. Y de repente, sin darte cuenta el tiempo comienza a ir más rápido y empieza una cuenta atrás. No es el fin del mundo, pero sí el del año. Y una fecha: 24 de diciembre. Y cunde el pánico y el caos. Y sólo ELLOS tienen la solución. Y vuelves al agujero de Alicia donde esta vez su cara sonriente no te dejará escapar sin uno de ELLOS.

Un año más te han ganado la partida. Al llegar a casa, lo envuelves con ilusión y cariño. Y lo colocas en el fondo del armario al lado de los otros. Y sonríes…

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