Leen Juventud rebelde los abuelos rebeldes, rebeldes a aceptar su condición: llevan chándal en vez de corbata, y quieren dirigir los designios de sus países en vez de dar de comer a las palomas. Ambos hablan por los codos pero probablemente ninguno escucha nada más allá de su propia voz. El mundo sólo puede ser como ellos se lo imaginan: Chávez añorando el roncito que se tomaba en el boli bar, Fidel fiel a sí mismo, el barbapapá del pueblo cubano.
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