Armas vendo pero para mi también tengo. Los malos muy malos no lo eran tanto cuando pagaban a tocateja, aunque dispararan entre ceja y ceja. Ahora se las llevamos a domicilio, eso sí, sin envolver. Mientras unos se matan cuerpo a cuerpo, otros a distancia hacen fuego como si se tratara de un videojuego. El negocio de la muerte, siempre hay demanda, y ganancias para el que manda.
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