Y mediada la semana de terror, nos hemos encontrado por fin, cara a cara, precisamente con eso, con el horror. Martyrs. Nos ha golpeado en el estomago, en la conciencia, nos ha desgarrado la piel cinéfila, nos ha desasosegado, nos ha perturbado. Justo lo que buscábamos. No es una película recomendable, pero tampoco es una película para dejarla pasar si todavía esperas algo del cine de terror. Pascal Laugier nos pone en una tesitura difícilmente sostenible, porque pasamos de ser espectadores a víctimas, o mártires, pero es que según ha comentado él mismo en la rueda de prensa, etimológicamente mártir viene del griego, y quiere decir testigo, algo que le sirve a él en la historia para que esas personas sean torturadas hasta el límite entre la vida y la muerte con el fin de que nos cuenten qué hay más allá. Pero los testigos somos nosotros, y la película nos arrastra hacia el abismo, hacía lo inhumano del ser humano. Es violencia explícita, pero justificada, al menos desde la perspectiva de quienes la infligen, para ellos el fin sí justifica los medios. Le preguntaba al director si, como si de un juego de espejos se tratara, él mismo se había sentido como uno de esos torturadores al rodar los 25 minutos finales de la película, maltratando realmente a la actriz, y contestaba que al rodarlo se sentía bien al ver que las cosas salían como esperaba, pero al ver luego esos 25 minutos finales montados, se odió a si mismo. De todas formas, viendo la repercusión que está teniendo la película, supongo que Pascal Laugier pensara que el fin sí justifica los medios, al menos los audiovisuales.
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