Bilbao bien vale una moza, y la elegida, parece ser Paris. Sus méritos, ejercer activamente de heredera descocada, y ser la reina de la fiesta allá por donde pasa. Y Paris llega a Bilbao, cual Marijaia oxigenada: probablemente no sabrá ubicar el Botxo en el mapa, pero lo que son las cosas, resulta que algunos ahora ubicarán Bilbao por Paris. Ni el Guggenheim, ni el Atlethic, ni siquiera el incombustible Azkuna: para promocionar Bilbao, siempre nos quedará Paris.
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