Lo que son las cosas: El 23 de enero escribía sobre Lazare Ponticelli, que a los 110 años de edad era el último superviviente que combatió en el ejército francés en la primera guerra mundial, y se lo dedicaba a mi padre, que ya estaba convaleciente, deseando que fuera el último gudari de la guerra civil española en irse. No ha sido así, y a la semana de irse él, Lazare le ha acompañado. Mi padre ha dejado un vacío muy grande, pero pienso que esté donde esté, compartirá batallitas como las que cuenta en el vídeo del blog con Lazare, y se harán compañía, en la trinchera.
jueves, 13 de marzo de 2008
lunes, 10 de marzo de 2008
martes, 4 de marzo de 2008
Apagado o fuera de cobertura

Pero tras años de caos, violencia, y paradójicamente, incomunicación, llegó un momento en el que la continuidad no ya de los clanes, sino de la propia especie peligraba. Estábamos sumidos en un periodo oscurantista, una involución que nos había retrotraído prácticamente hasta el medievo. Ante semejante perspectiva, los ancianos de los clanes pactaron una tregua, que tras muchas reuniones, tiras y aflojas, por fin acarreó la pacificación definitiva. Se acordó entregar todos los teléfonos móviles, que ya ni siquiera funcionaban porque no quedaban antenas que transmitieran su señal, se habían convertido en simples amuletos tribales, y con ellos se hizo una gran pira que los consumió, acabando así con esa pesadilla que casi extinguió a la humanidad. Junto a esa hoguera, como hiciera el hombre de las cavernas, volvimos a comunicarnos, volvimos a mirarnos a los ojos.
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